miércoles, 4 de marzo de 2009

SIEMPRE, YO

HUBO DÍAS… 

… En los que al despertar veía una nueva aventura en el horizonte y corría a abrazarla sediento de nuevas experiencias.

… En los que cada cita con la vida me helaba la sangre y mantenía intacta mi capacidad de asombro, como si fuera un niño que abre decenas de regalos el día de su cumpleaños.

… En los que la ilusión ganaba la batalla al desaliento ante cualquier impedimento que apareciera en el camino.

… En los que mi depósito de besos y abrazos para el mundo era todo un manantial inagotable.

… En los que mi risa sólo era detenida por pequeñas gotas saladas que brotaban de mis ojos acompañadas de alguna que otra palmada, mientras mis hombros se agitaban en vaivenes de felicidad.

TAMBIÉN HUBO DÍAS… 

… En los que me dolía ver la luz del alba despuntar desde mi ventana, la única forma de comunicación con un mundo que no se detuvo a esperar que me pusiera en pie para continuar mi vida.

… En los que venía de vuelta por caminos que nunca antes había transitado, llenos de gente que nunca había conocido pero que ya me habían traicionado.

… En los que no pude ver el camino por la gran cantidad de impedimentos que tenía ante mí.

… En los que mis besos y mis abrazos se me gastaron, sin llegar a tener ni siquiera para mí.

… En los que las lágrimas me mojaron la sonrisa hasta borrármela, sin llegar a tener a nadie que me estabilizara en medio de aquella marejada dándome una palmada en el hombro.

Y LLEGUÉ HASTA AQUÍ…

… Hasta el día en el que vivo, mostrando que no soy lo que unos creen que soy. Así soy yo. A veces noche, a veces día. A veces realidad, a veces utopía. Un día sobre las nubes y al siguiente bajo el suelo. El ying, el yang. La luz dentro de la oscuridad o la pequeñita sombra en la luz. Supongo que la implacabilidad del tiempo y su tic tac, que nunca deja de avanzar, me hicieron mayor. Me robaron la ingenuidad de antaño y me hicieron los callos que hoy tengo en el corazón y en el recuerdo, después de cerrarme las heridas que un día se me abrieron. Ese tiempo que a veces cuento como un día más o un día menos. Optimista y pesimista. Pero siempre, yo.

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