domingo, 27 de marzo de 2011

UN CENTÍMETRO DE AIRE...

Jamás creí que podía caber tanto en tan poco espacio. Pero una vez más, me he dado cuenta de que el desconocimiento humano no tiene límites. El desconocimiento, esta vez, sólo fue superado por la sorpresa, que me sobrevino cuando ya estaba solo en casa porque, en el momento del acto en sí, no fui capaz de analizarlo. Solo en casa me dí cuenta de que en un centímetro de aire, en aquel momento, cupieron todas las noches que he pasado unido a ti en la distancia gracias al pensamiento, el deseo de hacerte mía para siempre sin que me importase nada más allá de nosotros, las ganas de amarte como si no hubiese tenido cicatrices del pasado ni miedo al futuro y otras tantas sensaciones que creía olvidadas. En un centímetro de aire cupieron cuatro labios, dos respiraciones, una historia, dos amantes, mil secretos, dos mil horas de vuelo por diferentes fantasías, un sueño, un beso y un deseo común: que el tiempo se quedase parado y nosotros sentados en las agujas del minutero devorándonos con algo más que la mirada. En un centímetro de aire cupo el beso que no te dí.

sábado, 5 de marzo de 2011

Y EL MUNDO SE PARÓ

Y el mundo se paró para que yo pudiera verte pasar y no desperdiciara la ocasión. Después, volvió a girar, pero ya nada volvió a ser lo mismo. No hubo mirada que no te buscase, pensamiento que no te hiciera presente o fantasía que no te vistiera en mi mente. Allí y entonces nació todo. De repente y sin palabras.
Y te busqué. Enlacé una pista con otra hasta dar contigo para encontrarnos, para cruzarnos por la noche, mientras el mundo dormía, e intercambiar experiencias y acercarnos un poco más.
... Desde entonces, una simple charla contigo dejó de ser simple para convertirse en un intercambio furtivo de palabras. Tomar algo junto a ti se tradujo en la más bella misión clandestina que jamás antes conocí. Tropezar contigo en medio de la gente fue iniciar un juego de miradas para sonreírte con los ojos en presencia de ignorantes y circunstanciales testigos, incluida tú. Ajena a todo y a la vez protagonista desde aquella tarde de ojos verdes entre gritos, tapas, comandas y whiskys en traje negro.
Eras tú, era yo. Eres tú, soy yo. ¿Seremos nosotros?