lunes, 23 de marzo de 2009

HACER FRENTE A LA CRISIS

Si pertenece usted a esa gran mayoría de españoles con problemas para llegar a fin de mes y ve que el dinero que tanto le cuesta ganar le dura menos que la tranquilidad en la casa del pobre, no se preocupe porque, tras arduas investigaciones,  he descubierto cómo hacer frente a la crisis económico-financiera que azota al mundo de un tiempo a esta parte. Y es que no hay más que ver la televisión en España y compararla al resto de canales europeos para saber que aquí lo tenemos mucho más fácil.

Lo primero que ha de hacer usted es ir a un concierto, a un cóctel, o a algún evento en el que se haya asegurado, previamente, la presencia de un famoso/a a nivel nacional. Posteriormente, pregúntele si sería posible sacarse una foto con él/ella. Justo cuando se tome la instantánea, procure apretarlo con fuerza (siempre podrá decirle que los canarios somos gente cariñosa) y sonreír lo más natural que pueda, como si lo conociera de toda la vida. Y ya, para finalizar, envíe una carta a algún programa del corazón poniendo a parir al famoso en cuestión. Hágalo sin piedad, no tenga ningún tipo de reparo ni remordimientos, porque en España hace mucho tiempo que no sale alguien en televisión hablando bien de otra persona y, además, España es el único país para cuyos ciudadanos es de interés general saber con quién se acuesta fulano o mengano.

En su carta, ha de poner en mayúsculas una frase que será determinante a la hora de que los departamentos de dirección y producción del programa “rosa” en cuestión se decanten por elegirle como invitado. Dicha frase es: “TENGO PRUEBAS FEHACIENTES DE DICHA RELACIÓN”. Si usted se ve apurado porque no tiene más documentación para presentar, no se preocupe, en la televisión en España es muy común decir y desdecirse como si nada. Y no se asuste si el famoso en cuestión le pone una denuncia, una querella o algo por el estilo. Tal y como están los jueces de trabajo en España, su juicio saldrá para dentro de diez u once años (eso sí, siempre que sea por la vía rápida).

Si usted, en cambio, quiere mantener intacta su dignidad y prefiere recortar el presupuesto para lujos y no llegar a fin de mes como hacemos el 80% de los españoles, no siga las instrucciones que arriba le he detallado. Seguirá siendo pobre a no ser que le toque la lotería, pero iremos con la cabeza bien alta… Siempre y cuando no se  le ocurra ir al programa del polígrafo, de donde saldrá rico, pero probablemente sin pareja y repudiado por todos aquellos que le conocen, quienes renegarán de usted después de saber sus más íntimos secretos.

lunes, 16 de marzo de 2009

EL REGRESO DE DOÑA ÁNGELA

Tras más de dos décadas sin saber de ella, ni de su conocida “mala uva”, pese a tener los mejores viñedos en su valle de Tuscany, volví a verla en el Facebook. Como reza en su blog, se ha reinventado y, tal y como hiciera en Falcon Crest, no ha dejado a nadie indiferente en su regreso a este mundo en el que los bolsillos duelen cada día más y el futuro aparece escrito como un gran interrogante.

Como hace más de veinte años, tiene detractores y fieles seguidores, entre los que me encuentro. Hay quien piensa que es una cobardía esconderse tras un seudónimo para escribir acerca del resto de la sociedad canaria, pero tal y como ha expresado en diferentes artículos, viene vestida de verdad, con todo aquello que muchos pensamos y pocos confiesan, con el rastrillo que ara en muchas conciencias dormidas hasta despertarlas y con la mordacidad propia de quien viene de vuelta de todo. Los años le han dado la experiencia y, como su buen vino, ha mejorado todo aquello que nos quedaba en la retina desde que desapareció de la órbita catódica.

Hay quien desearía invitarla a más de un programa de radio o de televisión para hacerle una entrevista a fondo, porque desde su aparición en este devenir del mundo digital, se ha convertido en la piedra angular de muchas conversaciones y en objeto de las más diversas confabulaciones. Son bastantes quienes se preguntan en conversaciones del Facebook quién se esconde tras ese seudónimo que no deja títere con cabeza en cada artículo que escribe. Personalmente, he de decir que no me preocupa quién es. Sólo sé que de un tiempo a esta parte, mis conexiones a Facebook son más entretenidas, porque en cada una de ellas encuentro algo nuevo, que me hace sonreír o reflexionar. Gracias a ella, hemos encontrado un salvoconducto para escapar de esta realidad, en ocasiones aterradora, que nos bombardea con noticias de asesinatos masivos, naufragios frente a nuestras costas, corrupción y precariedad, entre otras perlas informativas. 

Doña Ángela Chaning, quisiera felicitarle por su ingenio, por su inteligencia y por su mordacidad. Es usted lo mejor que se ha inventado por Internet desde las compras online de Mercadona. A todos aquellos que la critican y la tachan de cobarde, no les haga caso maldito como decía mi abuela. Somos muchos los que disfrutamos con los artículos de su blog http://diariodeangelachanning.blogspot.com y con todo aquello que inventa, como la isla de los famosos desde la playa de Las Teresitas.

Es un placer haber coincidido con usted en la era de la comunicación y la tecnología para disfrutarla más si cabe.

miércoles, 11 de marzo de 2009

DONDE IREMOS A PARAR

Que los tiempos han cambiado y con él los que formamos parte de la sociedad es algo más que evidente. Pero que en esta evolución hemos perdido gran parte del respeto hacia las formas, pasando del respeto absoluto a las jerarquías a un compadreo que no tiene límite, es un hecho público y notorio. Hace quince años, el maestro que me daba clases en el colegio La Salle- Antúnez era conocido entre los alumnos con el nombre de Don Francisco. Pues bien, teniendo en cuenta la evolución anteriormente mencionada, no me extrañaría que a día de hoy los alumnos lo llamaran Paquillo, Fran o vaya usted a saber cómo.

Con tanto Gran Hermano, tanto espíritu de David Bustamante y tanta sencillez confundida, hemos pasado de un extremo a otro de forma más que preocupante. Y ahora, las palabras amore, cariño, cielo, amigo, etc. han pasado a formar parte del léxico del vulgo, incluso en las relaciones profesionales.

Hace unos años, cuando llamaba a mi padre a su oficina y él no se encontraba, era muy frecuente escuchar: -Disculpe, el señor Calero no se encuentra ahora mismo en su oficina.- Pero ahora, cuando lo llamo y no está, lo más frecuente es obtener por respuesta un “no cariño, él salió”, o el clásico “no amor, creo que fue a desayunar”. Y yendo más allá en estas apreciaciones les diré que si antes dejaba el recado de que yo le había llamado, la contestación era: -Muy bien, le dejaré una nota para que le llame.- Ahora la parranda es tal, que cuando doy el mismo recado obtengo la siguiente respuesta: -Veeeenga cielo, pos yo le digo que te llame, ¿ok? Hasta lueguito amore.-

Esto pasa cuando la sociedad en la que vivimos ha pasado en poco más de treinta años de un extremo a otro sin ningún control, tal y como decía hace poco Emilio Calatayud en una conferencia sobre los derechos y obligaciones de los menores. Y que conste en todo momento que cualquier tiempo pasado no me parece mejor. Aun así, me preocupa que esta vorágine en la que estamos envueltos no tenga fin, porque me gustaría que mis hijos me respetaran (sin llegar a tratarme de usted) y no me tomaran por el pito del sereno… como tomo yo a mis padres muy de vez en cuando.

martes, 10 de marzo de 2009

ME VOY A COMPRAR UN TELEFUNKEN

Aun sintiendo el dolor en los bolsillos de tanto arañarlos buscando sin llegar a encontrar nada, desde antes de que la crisis fuese aceptada por los dueños del chiringuito, he decidido que mañana, nada más levantarme, iré a Media Markt (porque yo no soy tonto) y me compraré un televisor Telefunken como el que hace años tenía mi abuela en el salón de su casa.

            Ya sé que en los tiempos que corren, tengo a mi disposición un sinfín de diseños y marcas para elegir, pero yo quiero un televisor como el que tenía mi abuela. Me da igual que una vez conseguido, tenga que esperar a que se caliente para poder verlo, o que tenga que encontrar un transformador porque sea de 125 en vez de 220. Eso serán simples, cómicas y despreciables anécdotas una vez me haya sentado frente a él a disfrutar de seriales como Farmacia de Guardia, Los ladrones van a la oficina o Celia, entre otros. Además, tengo pensado recuperar ese espíritu de reunir a toda la familia en torno a él. Ese espíritu que nació cuando sólo había un televisor en casa, y que murió en el mismo instante en que se compró el segundo televisor para la habitación de los cabeza de familia, o para que el niño de la casa enchufara la consola y no molestara.

            Creo que sólo voy a verlo sin compañía los martes por la noche cuando llegue Paco Lobatón con su búsqueda incesante de todos aquellos que han hecho mutis por el foro del escenario del barrio sin dejar huellas, cuando Nieves Herrero haga su programa, o cuando Isabel Gemio ponga patas arriba los audímetros con sus sorpresas.

            Me niego a comprarme uno de esos televisores de ahora, que ya no se llaman televisores, sino pantallas. Y aunque pueda parecer que voy contra la corriente, no quiero en mi casa diseño en detrimento de la calidad. No quiero saber con quién se acuesta el novio de Rociíto, ni si los hijos de la duquesa de Alba aceptan la relación de su madre con el hombre ese que a su lado parece un niñato. Seguro que en ese televisor no tendrá cabida la vida del resto a cambio de unas pesetas, ni la teletienda vendiendo soluciones para aquellos que piensan que el tamaño sí importa.

            Además, con un poquito de suerte, si lo mando a pedir a tiempo en caso de que no haya, puede que llegue antes de fin de año para disfrutar de Martes y Trece, que este año creo que harán lo de las empanadillas de Móstoles. También es muy probable que este fin de año vea a Marisa Naranjo retransmitir las campanadas, con ese modo tan peculiar... Lo único que me da pena es que no podré ver en ese televisor a Buenafuente, porque ese televisor está a años luz de la TDT, que hasta hace unos años sólo servía para desratizar, pero ahora sirve para ver más y más canales de televisión insustancial.

            Bueno, les avisaré si lo consigo para que se vengan por la noche a mi casa a ver La Piovra, Bajarse al Moro, Testimonio, Juzgado de Guardia o la carta de ajuste. Porque seguro que mientras yo esté viendo todo aquello que nos hace esbozar una sonrisa cuando lo oímos y recordamos tiempos pasados, ustedes estarán maldiciendo los programas de formato “llama y gana” con la tan recurrida frase: -¡Joder, es que no ponen nada que sirva a esta hora en la tele!-

lunes, 9 de marzo de 2009

EL CAFE DE LAS SIETE

Solía llegar a las siete de la mañana al apartamento de su propiedad, y siempre lo hacía sigilosamente, procurando no despertar a quienes dormían plácidamente en las habitaciones. La única excepción la hacía conmigo, que dormía en el sofá cama del salón-comedor-cocina. El salón-comedor-cocina, para quien lea ésto y no lo entienda, es una estancia multifuncional existente en muchos bungalows del sur de cualquier isla, donde se dan cita infinidad de familias con el fin de pasar unas minivacaciones para ahuyentar la obligación impuesta por los horarios y los relojes durante gran parte del año.

Una vez entraba en aquella estancia, ponía la cafetera al fuego y se iba a regar las plantas de la entrada de atrás, aquel rinconcito donde había conseguido reunir algunas especies que representaban, junto a los pájaros, el ron, el humor, la pintura y el propio café solo que preparaba, uno de sus grandes entretenimientos.

En cuanto oía el silbido de la cafetera, soltaba la regadera de plástico, que más bien parecía un juguete, junto a aquel árbol que caía sobre la ventana y corría a apartarla del fuego. Acto seguido, se acercaba hasta el sofá donde yo dormía y me daba golpes en la cabeza hasta que abría los ojos, momento en que me preguntaba: -¿Te desperté? Perdona, es que no me gusta beber solo.- En ese instante y contra todo pronóstico, de mi boca salía una sonrisa que sólo él podía arrancarme con su ingenio a esa hora en la que el sol daba el pistoletazo de salida al día, mientras el ochenta por ciento de la población dormía en pleno agosto.

Tomábamos café hasta que su hijo se despertaba y se apuntaba al envite, y lo hacíamos jugando con el mechero que un día amarró a la barra americana con la excusa de encontrar fuego cada vez que quisiera, con los llaveros en los que, a modo de tablas de Moisés, se acordaba de su mujer y los hijos que ésta le había dado y aparecían con el sobrenombre de “burros y burras de esta familia”, o escuchando teorías acerca de la traición de Judas que hoy sonrojarían al mismísimo diablo si las escuchara.

Era el café de las siete, el que echo de menos desde que se fue a otro lugar en el que seguro que se lo preparan a él porque para eso trabajó duro toda su vida. Ese lugar en el que San Pedro le entregó las llaves al canario de Segovia por miedo a que cumpliera su amenaza de darle una patada en la entrepierna. Ese lugar desde el que pinta cuadros de Cho Juá mezclando sus colores en una paleta que cada amanecer está más y más bonita aunque ya no compartamos el café ni yo sea capaz de levantarme de buen humor.

miércoles, 4 de marzo de 2009

SIEMPRE, YO

HUBO DÍAS… 

… En los que al despertar veía una nueva aventura en el horizonte y corría a abrazarla sediento de nuevas experiencias.

… En los que cada cita con la vida me helaba la sangre y mantenía intacta mi capacidad de asombro, como si fuera un niño que abre decenas de regalos el día de su cumpleaños.

… En los que la ilusión ganaba la batalla al desaliento ante cualquier impedimento que apareciera en el camino.

… En los que mi depósito de besos y abrazos para el mundo era todo un manantial inagotable.

… En los que mi risa sólo era detenida por pequeñas gotas saladas que brotaban de mis ojos acompañadas de alguna que otra palmada, mientras mis hombros se agitaban en vaivenes de felicidad.

TAMBIÉN HUBO DÍAS… 

… En los que me dolía ver la luz del alba despuntar desde mi ventana, la única forma de comunicación con un mundo que no se detuvo a esperar que me pusiera en pie para continuar mi vida.

… En los que venía de vuelta por caminos que nunca antes había transitado, llenos de gente que nunca había conocido pero que ya me habían traicionado.

… En los que no pude ver el camino por la gran cantidad de impedimentos que tenía ante mí.

… En los que mis besos y mis abrazos se me gastaron, sin llegar a tener ni siquiera para mí.

… En los que las lágrimas me mojaron la sonrisa hasta borrármela, sin llegar a tener a nadie que me estabilizara en medio de aquella marejada dándome una palmada en el hombro.

Y LLEGUÉ HASTA AQUÍ…

… Hasta el día en el que vivo, mostrando que no soy lo que unos creen que soy. Así soy yo. A veces noche, a veces día. A veces realidad, a veces utopía. Un día sobre las nubes y al siguiente bajo el suelo. El ying, el yang. La luz dentro de la oscuridad o la pequeñita sombra en la luz. Supongo que la implacabilidad del tiempo y su tic tac, que nunca deja de avanzar, me hicieron mayor. Me robaron la ingenuidad de antaño y me hicieron los callos que hoy tengo en el corazón y en el recuerdo, después de cerrarme las heridas que un día se me abrieron. Ese tiempo que a veces cuento como un día más o un día menos. Optimista y pesimista. Pero siempre, yo.