sábado, 7 de febrero de 2009

... Y LLEGÓ OBAMA

Enero es historia. El mes que da nombre a la temida cuesta forma ya parte del pasado, y se ha ido dejando a todo el planeta la imagen del nuevo mesías jurando su cargo de “jefe del chiringuito” frente al Capitolio, ante una muchedumbre que se agolpó en la avenida más famosa de Estados Unidos a los pies del monumento a Washington.

Ese frío día veinte pasará a los anales de la historia, no sólo por ser el día en que América superó en cierta medida las barreras raciales que la dividían, sino también porque el mundo entero se detuvo para ver cómo sucedía.

De ese día hay dos imágenes que se me quedarán para siempre en la retina. Una, la del vicepresidente Dick Cheney, quien yendo en silla de ruedas tras haber sufrido un accidente doméstico, encarnó involuntariamente el espíritu de la Administración Bush. La otra, la del sombrero de Aretha Franklin con un lazo propio de un regalo de reyes.

Viendo el sombrero, llegué a la conclusión de que todo estaba permitido en Washington ese día. Era un día para estar felices y pensar en un futuro, quizás utópico, en el que todos los problemas tendrán solución.

Mientras observaba la ceremonia que tantos ciudadanos alrededor del mundo habíamos estado esperando, me pregunté cómo habría sido si se hubiese montado en Canarias en la última investidura.

Probablemente, el presidente y el vicepresidente habrían jurado sus cargos después de oír a Mary Sánchez entonar su ya conocidísimo “Tartanero cuida bien de tu tartana, que el caballo no esté flaco, que no le falte cebada” o a María Mérida cantando el “Madre canaria bonita”.

Tras el juramento, y tal y como hizo el presidente americano junto a su esposa, habrían inaugurado bailes de magos, romerías y demás fiestas típicas donde las papas arrugás con mojo y los tacos de cherne hubiesen sido los platos estrella junto a los tazones de gofio escaldao y algún que otro huevo duro. Desde mi casa habría disfrutado como un niño viéndolos a todos brindar con Clipper de fresa, practicando el buenagentismo, defendiendo la canariedad y sustituyendo los puros de la victoria por un buen Kruger, como hacía Pepe Monagas cuando alguien se le acercaba ofreciéndole tabaco rubio.

Es muy probable que el nuevo dueño del mundo nos decepcione en algún momento de su mandato, porque son tantas las tareas que le hemos encomendado, que alguna quedará sin resolver para regocijo de los pesimistas. Pero yo, por mi parte, estoy tranquilo. Sé que ahora que Obama ha jurado su cargo, todos los problemas serán resueltos. Sé que Melody ganará Eurovisión representando a España, que Las Palmas y el Tenerife subirán a Primera División, que Guaguas Municipales no se privatizará, que Karina y Marujita Díaz encontrarán novio y que todos los gobiernos congelarán los sueldos de los altos funcionarios a imagen y semejanza del gobierno americano.

Obama, se despidió en su discurso citando a Abraham Lincoln, quien dijo "Que se cuente al mundo del futuro que en las profundidades del invierno, cuando nada salvo la esperanza y la virtud podían sobrevivir ... la urbe y el país, alarmados ante un peligro común, salieron a su paso". Yo, para no ser menos, me despido citando a mi abuela, mujer sabia donde las haya, diciéndote “Ten cuidadito y no cojas nada de nadie, que hay gente muy mala en el mundo”.  

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