lunes, 10 de agosto de 2009

EL TIEMPO

Se dice por ahí de él que es el único capaz de ajusticiar a todos los humanos y que, cuando pasa, es capaz de darle a cada cual el lugar que le corresponde. Es tan perfecto que unas veces nos hace olvidar todo lo malo de nuestras vidas y otras, nos pinta en la cara una sonrisa al devolvernos lo que creíamos desterrado de nuestra memoria. Ese es él. El tiempo. Fiel y acertado justiciero sin ningún error.
Hace escasos meses, me dio una nueva oportunidad en mi vida al hacer que tomara conciencia de mis errores anteriores, dándome el valor necesario para pronunciar la palabra que para muchos seres humanos es tan difícil de decir. Probablemente esta acción parecería un hecho puntual sin importancia, pero después del último fin de semana, he valorado en profundidad aquel hecho. Fue un fin de semana para callejear, sentarnos en un sillón a reír, a cantar, a bailar e incluso, a compartir un cigarro entre risas absurdas hasta que el alba nos ordenó retirarnos.
Fue todo tan deprisa y tan intenso, que todo lo recuerdo vaga y profundamente al mismo tiempo. Fue el premio que me concedió y también los azotes por los errores cometidos en el tiempo en que creía que la felicidad completa existía y tenía sólo un nombre de mujer. Fue una nueva oportunidad para valorar la que perdí antaño. Tan paradójico...

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