lunes, 5 de octubre de 2009

DE LAS TELAS DE CRETONA AL MEPETRÉS

Nació hace muchos años y, cuando llegó a nuestras casas, actuó como un elemento de unión no sólo entre los miembros de la familia, sino también con los de otras familias que se reunían en casa de quien la tenía para escuchar radionovelas, el parte, o cualquier otra cosa. Era un elemento capaz de vertebrar toda una comunidad de vecinos, una calle o incluso medio barrio.
Desde el primer momento, se le presupuso una magia inusitada, porque para algunas mentes, era inconcebible que de aquel aparato pudiese salir tanto contenido. Voces que llegaban desde todas partes del país, incluso del mundo en algunas ocasiones y salían por los huecos de la tela de cretona, contándonos cómo se vivía en el otro extremo del mapa, algún que otro romance guionizado y algún que otro gol de Amancio, Di Stéfano o vaya usted a saber quién…
Lógicamente, el aparato evolucionó dentro de un mundo que no se detuvo ni un instante y terminó por convertirse en un elemento aislante que sigue conservando su magia. Aquel aparato que unió a tantas familias en otra época, ha terminado de individualizar a las generaciones posteriores, cuyos miembros se cierran los oídos con sus auriculares y caminan a toda prisa, sin prestar atención a lo que sucede a su alrededor, formando parte de una sociedad globalizada e individual, en la que cada uno mira por su interés, ajeno a los males del vecino con quien ha compartido su infancia.
La radio, que unió a tantos cuando nació, nos separa ahora sin que podamos hacer nada para evitarlo. No hay marcha atrás en este mundo de seres individuales, ¿o sí?

0 comentarios: